La Arquitectura entendida como disciplina implica una actividad que comprende un conjunto de valores, principios y conocimientos específicos desarrollados a través de la práctica. Esta práctica (proyectual, constructiva, reflexiva) deviene en testimonios materiales y simbólicos que cada generación aporta al desarrollo de su sociedad y su cultura, proyectándose potencialmente como herencia para las generaciones venideras.
En este marco se define el máximo alcance de la Arquitectura, que se ha
venido constituyendo desde la Antigüedad como una de las disciplinas que, a la
par de brindar soporte material a las más diversas actividades sociales, busca
respuesta para las grandes cuestiones de la condición humana, para sus grandes
interrogantes, anhelos y deseos. Por cierto, la fuente etimológica del término
Arquitectura aúna dos vocablos griegos, arché
-que se puede entender como orden, principio, regla, origen- y tektónicos, que designa al oficio de
hacedor, constructor o carpintero. Se ha señalado que, en su sentido original
la arquitectura podría haber sido una actividad (la tektónica) que colocó sobre el mundo visible una serie de
principios que reconstruyen materialmente el orden inicial perdido.
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